Siempre me han gustado mucho las historias de amor, desde que soy pequeñita. Me enamoré de ellas viendo Love Story con unos ocho o nueve años— recuerdo llorar mucho viéndola en el sofá de casa cuando aún vivíamos en Tenerife y que mi hermana me vacilara por llorica; a ella le llegaría su turno un poco más tarde con Tristán e Isolda. El caso es que las historias de amor me gustan tanto que siempre que conozco a una pareja que veo enamorada— esto es totalmente independiente del tiempo que lleven juntos y completamente dependiente de las chispas de amor que vea reflejadas en sus ojos—, les pido que me cuenten la suya. Supongo que este amor al amor también explica por qué soy fan de Adele, Olivia Dean, Celine Dion o Journey (entre otros)— con esta declaración ya me quito la careta de todo y reconozco que soy tremenda e irremediablemente cursi.
Y en esta Semana Santa en la que he abandonado a mis amigas en el último momento para hacer un staycation sola en Madrid, he vuelto a ver una de mis historias de amor favoritas.
**NO LEER SI NO HAS VISTO THE WAY WE WERE Y CONTINUAR LEYENDO CUANDO LO HAYAS HECHO — JAMÁS ME PERDONARÍA SPOILEARTE UNO DE LOS MEJORES DRAMAS ROMÁNTICOS DE LA HISTORIA. A no ser que no te gusten los dramas románticos. Si no te gustan, sigue leyendo—total, no la vas a ver :’)**
Es una de mis favoritas porque para mí, lo tiene todo: amor, pasión, la atracción de (aparentes) opuestos, dos protas guapos y atractivos— soy un poco superficial, lo reconozco—, un diálogo increíble — en todo lo que se dice y todo lo que se calla—, un ritmo increíble en lo implícito y lo explícito, tensión; diferencias irreconciliables y desesperación por salvarlas, humanidad, potencial, conformismo... Es completamente épica. Son Redford y Streisand — it just can’t get better than that.
Y por si el calificativo “épica” no es lo suficientemente aclaratorio, me gustaría avisar de que para mí, épica es frecuentemente sinónimo de devastadora— que no trágica como Love Story, que ella tiene cáncer, la palma y ahí se queda él destrozado y solo. Tal Como Éramos (The Way We Were) es tremendamente épica/devastadora porque aparentemente no existe “razón de peso” que justifique la separación de los personajes— declaro que, desde mi punto de vista, los cuernos son un exit strategy y no la razón por la que Hubbel y Katie se separan. No hay una supuesta razón de peso que los separe — no hay “nada” porque en realidad les separa todo. A veces con el amor no basta.
Queremos, queremos querer, luchamos, nos esforzamos, nos amoldamos e incluso cambiamos, lo damos todo, tratamos de cumplir con las expectativas, luchamos un poco más, nadamos a contracorriente, flotamos un poco haciéndonos el muerto cuando la corriente da un respiro y nos deja sentir la paz, pero vuelve la corriente y volvemos a nadar contra ella, y seguimos sin conseguir cerrar la distancia que nos separa— solo conseguimos que se haga cada vez más grande porque, además de todo lo que ya hemos hecho, estamos cansados y desesperados; quizá un poco frustrados también. Lo hacemos todo antes que aceptar que quizás no tiene que ser, o no puede ser, o no puede ser en ese momento; no toca. Todo antes de reconocer que ese alguien que tanto nos hace sentir, que tanto sabemos que nos quiere, que tanto nos hace crecer, en realidad, no es para nosotros porque también nos hace sentir más inseguros, más infelices, intranquilos y menos auténticos.
Lo intentamos todo antes de reconocer que nosotros tampoco somos para ese alguien por las mismas razones. Aunque lo queramos y nos quiera, aunque no vayamos a querer a nadie así nunca más, aunque nadie nos vaya a querer así nunca más, aunque ellos tampoco, aunque sea el amor de nuestra vida y nosotros seamos el amor de la suya. O seamos la historia de amor de nuestras respectivas vidas. Porque ya lo hemos intentado todo varias veces y no hemos sido capaces. Supongo que lo que hace tan difícil soltar es saber que, como dijo Benedetti, aún soltando, “hay amores que duran para siempre, aunque no se besen, aunque no se toquen, aunque no se vean.”
A veces lo trágico y devastador no es algo que la vida hace definitivo como en Love Story. A veces lo trágico y devastador es tener que elegir algo que no quieres porque como en Tal Como Éramos, no queda otra. Lo trágico y devastador es simplemente asumir que no ha podido ser de otra forma y toca soltar; nada más, nada menos. Y también el dolor que a veces supone aceptar que al otro lado de esa decisión puedan estar la paz, la seguridad y la tranquilidad; para los dos. Que quizás no encontraréis más amor, pero sí un amor mejor para cada uno. Y que quizás no lo podréis compartir con el que fue vuestro mejor amigo, como les pasa a Katie y Hubbel, porque aunque vuestra historia de amor no fue para siempre, ese amor que tenéis sí va a durar toda la vida. Pase lo que pase, pase quien pase.
Por las historias de amor épicas; por quererlas y respetarlas como son, sin tratar de cambiarlas o resolverlas.